Era junio, en enero me había separado de mi ex (mi realción socio- romántica más extensa hasta la fecha), y era el cumpleaños de mi (ahora) ex mejor amiga.
Yo tenía 22 años, y fuimos a bailar. Esa amiga (recién divorciada), mi prima (también recién separada) y yo. O sea, un coctel explosivo de mujeres con sed de venganza. El que nos iba a llevar, era el tipo en el cual yo tenía puesto el ojo desde hacía un tiempo, y tenía toda la intención de tentarlo a quedarse.
Me vestí como para matar: botas altas, pollera muy corta, y escote pronunciado (rojo); me puse mi mejor perfume, me pinté muy naive (tampoco parecer un gato en cumplimiento del deber), y salí a buscarlo. A mi prima le suena el celu, se aleja un poco y vuelve, ya terminando la conversación con un "venite". Cagamos, -pensé yo- el ex!
Ella no dijo nada y yo no pregunté, así que cuando apareció, yo estaba en una charla muy animada con mi futura víctima, que estaba a punto de morder el anzuelo, o sea, eligiendo la ropa para venir con nosotras. La cara que debo haber puesto cuando lo ví, a
mi ex, con la nueva (una enfermera loca como la de Misery, varios años mayor que él, y vestida como la abuela de la nana Fine), usando la camisa que yo le regalé, el perfume que yo le elegí, y la campera que se compró porque yo le dije, casi me voy de culo al piso. No sé si lo dije alguna vez, pero mi ex y el otro son amigos, con lo cual, el otro desistió rápidamente de acompañarnos.
Llegamos, mi ex no me sacaba los ojos de encima, yo no sabía donde meterme, con mi amiga nos tomamos un tequila (mi primer tequila) y quedamos... bueh, mejor no precisar. Después de bailar un rato con una columna, se acerca un tipo muy lindo, y me saca a bailar. Bailamos salsa y el bailaba muy bien, mi ex nos miraba furibundo.
Me preguntó la edad, yo mentí y dije 20, el acusó 19 y nos besuqueamos un rato (a mi ex ya le salía fuego por las orejas, y su acompañante seguramente se lamentaba de no tener consigo nada nocivo del hospital). Muy entretenidos estábamos, contra la columna que había bailado conmigo, cuando se acerca mi prima ( que llevaba un rato conversando con el tipo que había venido con mi bailarín) y me dice al oído, riéndose: andá largando que tiene 16!!!
Mierda carajo!!! Lástima que sos tan lindo -le dije- llamame cuando cumplas 18, que no quiero ir presa... todavía.
Y así fue, como casi, casi incurro en un delito, sin conocimiento de causa.