04 febrero 2009

Historias que imagino (Vol. I)

Conozco a N hace unos dos o tres años, y siempre tengo la impresión de no saber nada de el.
Es el tipo de persona con la que, sin opciones posibles se hace el camino al andar.
N es divertido y sociable, conoce mucha gente y todos lo quieren. En todos los entornos que lo he visto, N se maneja como un pez en al agua, siempre cómodo y muy extrovertido. Pero a pesar de eso, cuando me he sentado a hablar con el... con unas copas de más, es cierto, me confesó que en realidad, le incomodaba enormemente estar con mucha gente, que prefería la pequeña intimidad de las charlas de no más de tres.
N es además, el tipo del persona con la que uno se siente todo el tiempo como caminando por el borde de la cornisa, impone una distancia tan profunda y terminante, que parece que el camino a él es infinitamente largo.
Pero N, a pesar de todo eso, o precisamente por eso, me deja ganar a la canasta, y elegir el lado de la cama, y a veces, solo cuando estamos de vacaciones, me da y se da permiso de caminar de la mano conmigo, y en ese gesto pequeño y simple, que a primera vista parece tan insignificante, estrecha la distancia existente hasta anularla por completo, y es ahí cuando siento que estoy con el verdadero N, que de vez en cuando no sabe de que halo, y no se molesta en ocultarlo, y que me mira desde arriba como si fuera una pequeña niña, y me hace sentir segura como nunca.
Pero de las vacaciones, se vuelve, y N, inexorablemente, hace "distancia eso que nos unía", y yo quiero correr, lejos y esconderme entre la gente perfectamente desconocida, pero me detiene la idea de que N, de vez en cuando, sólo de vacaciones, camina conmigo de la mano, y me mira desde arriba como a una nena, y eso, por ahora, compensa todos los caminos a desandar, y todas las distancias imposibles.