Que bolú!

Los que me tienen en el Google talk (y los otros; que esperan para agregarme?, no ven que me aburro?); habrán visto que mi nick era "Soy tan bolú"
Y algunos me preguntaron.... bueno, uno sólo para ser honesta. Y me pareció que esta breve cadena de eventos desafortunados debería ser comentada para salvar a otros de cometer mis mismas estupideces. (Esto, sumado al hecho de que no tenía otro post en mente)

Buenos Aires, día miércoles.
Ya lo dijo mucha gente, pero hubo una tormenta de granizo bastante importante. Y dónde estaba yo? En la calle, claro. Esperando a mi prima para ir a comprar la tintura con la que después le tenía que emparejar el color. Y ahí estaba yo, con un amigo en el puesto de diarios, esperando a la muy ingrata, cuando empezó a llover. Primero tímidamente, después con ganas. A los pocos minutos empezó el granizo, pequeño "llueven mentitas" le dije a mi amigo intentando ser cómica. Y las mentitas golpeaban el techo del puesto cada vez con más estruendo. Por esos momentos llegó la ingrata (mi prima), con cara de espanto... no nos gusta estar en la calle con semejante tormentón. Ahí el granizito, se fue engrosando, hasta tener el tamaño de una albóndiga de la abuela, (así mirá, así) y las caras de los pobres conductores atrapados bajo el granizo, no transmitían presisamente calma.
Con el tiempo el granizo terminó y quedó una lluviecita algo débil, así que emprendimos el camino a la perfumería, y de allí, derecho a mi casa, el "hair center" del momento. Lógicamente, cuando llegamos la avenida estaba inundada, porque la intendencia de La Matanza, hizo todo el pavimento nuevo, pero no se les fuera a ocurrir hacer un desagote, nooo!!! Conclusión, lo que no nos habíamos mojado por inmersión en el agua de la calle, nos mojamos porque el viento hacía que ningún paraguas fuera útil.
Llegamos a casa, nos ponemos ropa seca y ponemos la otra cerca de la estufa para que se secara. Me dispongo a preparar el color, pero... no hay luz!!! Mierda carajo. Esperamos un rato, nada. Debo decir, que las velas pierden el romanticismo cuando te querés bañar y no sabés ni dónde tenés las orejas. Me dormí re temprano, de aburrimiento.
Cuando me levanté al día siguiente, todavía no había luz, y seguía lloviendo bastante... en cualquier momento me lo veía a Noé por la ventana (por cierto, jamás te perdonaré que hayas incluído los mosquitos en el arca) Y así, me tuve que ir a trabajar.
El jueves tenía un encuentro tipo merienda con un caballero que viene -no a reemplazar al profe- sino a reivindicar la utilidad del género, y justificar su existencia sobre la tierra (y bastante bien viene el pobre con la tarea). Y ahí vino el dilema; si bien el día anterior la tormenta me encontró en la calle, estaba muy cerca de casa, así que no fue tan grave... pero con él, iba a estar en microcentro, o sea a dos horas de casa, y la perspectiva de vejar con la ropa mojada, me asustó... el día amenazaba con otra tormenta. Así que le pedí al pobre, posponer, y él aceptó; parte porque es un caballero, y parte porque protestar no me iba a mantener en capital.
Cuando llegué a mitad del camino, el solazo que había, era como para empezar a darme golpes contra la pared, por estúpida.
Más tarde el mismo día, todavía sin luz en casa (Gracias Edenor y la co***a de tu madre!) hablando por teléfono con una amiga decido volver a la facultad. Mañana me voy a anotar así no pierdo este cuatrimestre, le dije.
Viernes, camino a la oficina me encuentro con una ráfaga de viento que me heló la cara. Les juro que creí que se me moría la oreja izquierda. Voy a la página de la facu, que de milagro funcionaba bien. Si claro, si la inscripción terminó hace tres semanas!!! Mierda carajo (2) Hablo con mi prima y decidimos (Si, ambas porque ella también perdió la inscripción) ir hasta la sede de CBC a rogar con nuestra mejor cara de cachorro de labrador, perdido, hambriento, confundido, apaleado y con alzheimer para ver si lograbamos que un milagro de la administración nos encuentre inscriptas y terminando por fin el CBC este año. Por supuesto, la sede de la UBA que corresponde a tales trámites, no es otra que Ciudad Universitaria. Eso sí que es un micro clima... un pingüino hubiera sufrido hipotermia en ese desolado rincón del conurbano.
Por supuesto que la empleada de turno nos trató como e las peores criminales, y ni mierda que nos anotó... yo me acordaba del A-YU-DA-TE!!! de Lulet
En el colectivo de vuelta, subió el inspector y nos quiso bajar porque teníamos el boleto que no era (Línea 21, by the way) Y yo digo, no se suponía que dentro de la Capital Federal, era siempre el mismo importe de boleto?

Lo único bueno del finde, fué que hice varias pizzas (dos días seguidos) y un bizcochuelo, y no me quemé con el horno como todas las otras veces.