Maldito despertar

Me desvelo, miro el reloj. 5:14 am La misma hora a la que nací... esto no puede ser casualidad.
¿Será mi cumpleaños? No, estamos en agosto y eso es en febrero, me doy cuenta por las tres frazadas que me oprimen contra el gélido colchón... para que me habré movido si donde estaba había conseguido ya regular la temperatura.
¿Qué día es, qué hice ayer? Uh!, es jueves. A las 6:20 am se prenderá la radio para recordarme que debo cumplir con mis roles sociales, de ir a trabajar, además tengo que hacerme el desayuno y el almuerzo para llevar a la oficina, y tengo que cargarle música nueva a mi Mp3, que hace días estoy escuchando lo mismo y me aburrió.
¿Porque no me puedo dormir? No me queda tanto tiempo, tengo que concentrarme, tengo que dormir un rato más.
¿Por qué ladran los perros? ¿Habrá entrado alguien (pánico, respiración detenida), porque el basurero siempre comprime en esta cuadra, porque carajo me desperté y miré el reloj a la hora exacta de mi nacimiento?
Ahora me dormité un poco y estoy soñando, pero sigo alerta a los perros, el camión de la basura y el reloj de la cocina. Y en el sueño me encuentro con ella, la que me traicionó, la que me hizo desconfiada y algo sombría. Y yo le pido que me devuelva lo que me robó, y ella me dá unos anillos que nunca fueron míos y me pide perdón. Y yo me voy, y me doy cuenta que todavía la odio, y necesito desesperadamente no verla nunca más.
Entonces se prende la radio y no puedo abrir los ojos, y mientras pienso en todo lo que tengo que hacer me doy cuenta que todavía la odio, porque de alguna manera, todavía la quiero. Y sigo sin poder abrir los ojos.
Trato de pedirle a mi cerebro que le diga a mis piernas que se muevan. Me levanto, voy al baño y me lavo los dientes. Prendo el horno para hacer mi almuerzo mientras me unto unas galletitas con queso, y el agua para el té ya está tardando mucho. Siento algo raro contra mi cara... Oh no! Es la frazada.
Todavía sigo soñando, no me levanté, aún tengo ganas de ir al baño, mal aliento y quinceminutos menos para hacer ochenta y cuatro cosas. Y la marca de la frazada de lana contra mi prefil izquierdo. La frazada que me tejió la abuela... Ah, los panqueques que hace mi abuela, cuánto hace que no voy un sábado a comer un asado!
Me tengo que levantar... debo... estiro un brazo fuera del calor de las frazadas a ver si el frío me devuelve a la realidad, y funciona.

P**a madre carajo, cómo cuesta levantarse a la mañana!!!