Paramos en la farmacia. Mery dijo rápido y todo junto: "untestdeembarazoyunaspastillasdecerezasinazúcarporfavor".
Al empleado, un tipo bastante mayor lellevó un rato, pero luego de unos segundos atemporales, desapareció entre las góndolas de suplementos vitamínicos, y volvió por las de shampoos, trayendo en sus manos dos marcas distintas, una de las cuales era una promo dos por uno. -¡Ese!- dije yo. Pagamos y nos fuimos. Entramos al bar, nos sentamos cerca de lo que nos parecieron unos especímenes de cachorro humano bastante aceptables. por un rato, hablábamos de Lucía como si fuera la cuarta integrante del grupo. A los pocos minutos viene la moza a preguntarnos que tomábamos. Las chicas siempre toman cerveza temprano, y yo vermouth. Cuando dije"Gan..."las chicas me miraron con fuerza prohibitiva, lo debatimos un rato, y ante la cara de impaciencia de la moza, levantándome dije: -un cuba livre-, y me fui a toda velocidad al baño, con mi cartera incluyendo la bolsita de la farmacia.
Obviamente, cuando tenés que hacer, no podés. además de la situación, insólita de por sí, sumémosle la dinámica del baño público de mujeres, que sería algo así: abrís la puerta y cogoteas para asegurarte que no esté tapado ni nada parecido, entrás, te desabrochás el pantalón, mordés la tira de la cartera porque en el piso no la podes apoyar, con la cabeza tenés la puerta, que jamás cierra. Un brazo apoya en el inodoro porque apoyarte ahí es un riesgo de infecciones de varios tipos, ninguna divertida, y con la otra te sostenés de la pared, balanceando el culo en el aire en un equilibrio tan delicado como te sea posible imaginar. En mi caso, tuve que resignar la mano en la pared porque había que sostener el palito de mear.
Lo peor viene después, esperar. Apareció casi inmediatamente una linea roja, bien roja. En pánico, leo el prospecto y veo que es de referencia, para que sepas que el palito "funciona". Ok, respiro nuevamente. mientras espero me acomodo la ropa, me pinto los labios, me pongo dos horquillas en el pelo y vuelvo a leer las instrucciones, todo en un cubículo de 1,10 x 1,10, máximo. Tratar de explicar las cosas que pasaban por mi mente, serían el cuento de nunca acabar, por que mi mente es prolífera y muy activa. Miro el reloj y solo faltan 30 segundos. No quiero mirar el palito, que espera boca abajo en su envase en el piso. Tengo que mirar, tengo que mirar, tengo que mirar. Miro.
Lo tiro, salgo lentamente del baño. En el camino a la mesa se me escapa una lágrima, hija única igual que yo.
Mery y Ana me miran inquisitivas, yo miro mi trago. me levanto rápido y salgo corriendo al baño. Vomito, me lavo la cara, me miro al espejo y lloro un poco más. A las otras chicas en el baño no las sorprende ni un poco. Vuelvo a mirarme al espejo, recuerdo los últimos quince minutos y sonrío. En la perta me choco con las chicas que venían a buscarme, desesperadas por una respuesta. -Y?- gritan a dúo. -Negativo- respondo, y vuelvo apurada a la mesa. Después de todo, no tengo nadie a quien cuidar salvo a mi misma, y allá hay un país de ron y cola esperando por su liberación.
1 comentario:
situacion digna de compartir querida! felicidades
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