El dice que sí, y yo que no.
Por eso, muy probablemente a él le da lo mismo.
Por eso, seguramente- a mí no.
No me quiero pasar de cursi, porque este blog, siempre quiso evitar dejar la pantalla pegajosa, pero ayer tuve un día extraño, y... bueno, en realidad tuve seis meses extraños.
Tuve al hombre ideal en los brazos, y aunque mirándolo de cerca no era tan ideal ni mucho menos, la caída del estereotipo desde semejante altura, les puedo asegurar que se escucho.
Por supuesto, el hombre ideal no estaba para ver esa caída, los tipos ideales se van con el amanecer, según parece.
Es un aprendizaje del que no reniego, eso desde ya.
Me metí en eso sabiendo cuales eran sus condiciones y las mías, teniendo sumamente claro que no lo iba a convencer (supongo que es lo que pasa con los hombres cuando crecen, toman sus propias decisiones).
En un rincón, abajo de la alfombra escondí de mi misma el hecho de que aunque todo estuviera tan claro y planteado como tan volátil, yo lo iba a querer igual, porque la realidad es que hace mucho lo quería, prácticamente desde el día que lo conocí.
A la pasada, dejé inconsciente de un escobazo a mi instinto, que desde el minuto cero me gritaba que me aleje de él.
Y así fue, yo lo quise, y el también, solo que no de la misma manera. Al final, no me quedó otra alternativa que decirle la verdad y le dolió un poco, por lo menos eso. Nada me arregla de querer un tipo que no me quiere igual, pero saber que me quiere en algún recóndito nivel, me da cierto alivio, y por ahora, creo, es todo lo que puedo pedir.
2 comentarios:
Ese es el tema.
Una acepta determinadas condiciones, aún a sabiendas de que no podrá cumplirlas a todas.
Y sin embargo, embiste contra la pared, no matter what.
Tenemos ciertas características masocas, no le parece?
Absoputamente cierto, mi diva, sin lugar a dudas.
Ahora digo, es bastante estúpido, no? Como tomar un laburo de telefonista y decir "Ah no, yo no atiendo teléfonos"
Publicar un comentario