Lo bueno, lo absolutamente fabuloso de la vida onírica, es que es ahí donde por lo general uno se sacude de TOOODAS (así, con mayúsculas porque son muchas) las exigencias, mandatos y prejuicios del mundo de vigilia.
Esta noche soñé un hombre, que era un condensado y batido de muchos hombres que en algún momento tuve, quise, o simplemente deseé. Uno de esos sueños en los que el tipo se llama,digamos Marcos, pero tiene los ojos de Juan, y habla como Ale, mueve los brazos como Lucas y se peina como Bruno y... Bueno, supongo que se entiende la idea, no?
A diferencia de la realidad, en mis sueños, el condensado se hace con lo que más me gusta de cada uno, que son cosas que en general ellos ni saben que me gustan.
Pero hubo dos cosas, que me llamaron la atención, y mucho. Por un lado, ni rastros del pretendido- pretendiente actual. Por el otro, el componente central, era L., que en sus tiempos de presencia física real, yo me hacía la que no me lo bancaba (éramos tan jóvenes) y recuerdo mucho que pasó, que un par de veces, mientras lo criticábamos con una amiga, el tipo justo llegaba. Así que después de dos o tres entradas de L. en el momento justo, decíamos: "No lo nombres, que cuando uno lo nombra al diablo, aparece"
Y bueno, ya han pasado muchos años, el se calmó, cambió el deportivo por un familiar, y el amigo que tenía cerca de casa, se mudó, así que nunca pasa por la zona, pero ayer lo nombré, admito -está bien- que lo hice con cierta lujuria y notables malas intenciones, y el tipo se apareció, en los sueños, pero apareció.
Ahora, yo no sé, si es que L, efectivamente es el diablo, o soy yo la que lo trae con el poder de la mente. Digo, me gustaría saber, porque en caso de tener el poder de la mente atado a L, no puedo cambiar la suscripción para algo que me interese más???
08 septiembre 2008
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