22 febrero 2008

Random

No es ningún secreto, a esta altura del partido (más que nada, teniendo en cuante que los pocos que me leen lo hacen casi desde que empecé con esto) que soy una nostálgica.
Me la paso colgada en una nube, recerdando, rememorando. Corrigiendo imaginariamente las situaciones más disparatadas, polanteando otras opciones posible, etc.
Supongo que estar tan colgada a mi pasado, me está bloqueando un poco de seguir adelante, lo cual es un problema, porque realmente no quiero dejar nada para tener otra cosa.
Pero es necesario. Supongo que debe ser parecido a escalar una montaña. Cuando te afirmás bien de algo, es un riesgo soltarlo para aferrarse a un incierto algo más, pero hay que hacerlo, porque de otro modo lo más seguro sería quedarse abajo. Y cuál es el punto de escalar nada si te vas a quedar a nivel del piso, verdad?

Pero, inevitablemente, por producto del "zapping", me llegan los recuerdos. Algunos son como una canción de cuna, otros una risa en las hamacas. Algunos me provocan lágrimas, algunos carcajadas, y otros, simplemente me dejan desorientada.
Tal vez, mi intención cuando deje la ficción y empecé a escribir acá, era traspasar un poco de esa enorme memoria a otra gran memoria, al inconciente colectivo, en algunas alucinaciones de escritora frustrada.
A lo mejor, perder el miedo a perder la memoria me ayuda a aflojar un poco la mano, y pasar a otras piedras un poco más altas.

Una historia normal empezaría por el principio, pero yo no soy historiadora y de normal poco tengo, así que mis recuerdos van a ir apareciendo desordenados y al azar, que es como los guardo.

La primera memoria que tuve ayer, cuando empece con esta pseudo reflexión, es de mi misma a los 8 años. Es posible que muchos detalles sobren, pero es lo que hay.
Volví sola de la escuela, me cocine, comi y me puse a mirar la tele.
me encantaba "El Show de Xuxa", y siempre trataba de imitar las coreografías. ese día, se me dió por ponerme unas botas texanas de mi mamá, que por supuesto me iban enormes, y como estaba enojada con ella por no se que, me subí a bailar a la mesa de la cocina.
Si, por supuesto, al ratito -breves minutos- me patiné, me doble el tobillo y me cai de la mesa -por suerte en una de las sillas-
Cuando llegó mi mamá, un par de horas después, yo me las había arreglado para sacarme las botas y ponerlas en su lugar, pero tenía más moretones que glóbulos rojos, y el tobillo derecho parecía una pelota mediana.
Me había esguinsado el tobillo y me quedé afuera de un torneo de volley. Además, como era muy inquieta, no hice el reposo que me indicaron, y me quedo sensible, con lo cual he vuelto a esguinsarme más de tres veces.
Jamás le conté a mi mamá (ni a nadie) el cómo, asi que ahi lo tienen, 18 años más tarde, una primicia.

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