21 enero 2008

Ida y vuelta

La metí a mi madre en el mundo de los celulares, y le gustó.
En forma de agradecimiento encubierto, o para devolverme el favor, quiso hacer una obra de bien presentándome un australiano amigo de su chongo, bien informada de mi debilidad por el acento, y mi inclinación a los hombres de ojos claros (y probablemente suponiendo que el individuo sería pelirrojo).
Así que, informada también, de que quería almorzar asado, lo invitó a su chongo en calidad de chef, y al australiano (que daré en llamar A.), en calidad de invitado y aprendíz de asador.

La primera sorpresa, ahí nomás en la puerta de casa, pero desde el lado de afuera, es que A hablaba castellano, así que le dije adiós a mi idea de ver que tanto entendía el inglés.
La segundo, no era colorado, y le faltaba tomar bastante sol para parecer vivo.
Y la tercera, pero no menos importante, me llegaba al metro sesenta. Parecerá una nimiedad, pero quiero un novio. No un bastón, no un perchero; un novio que me lleve por lo menos 15 centímetros de estatura.

Hay que reconocer que A se esmeró en ser un buen invitado. Evitó beber demasiado, se mostró colaborador, y buscó temas de conversación amenos y poco controversiales, pero no conseguí que me hablara en inglés, aunque demostré que entendía casi todo lo que le decía al chongo (IA, en adelante)

En fin, fue un informe de SpA en mode: "candidatos internacionales"

Será hasta la próxima, saludos queridos bloggers y cyber leyentes.

1 comentario:

doble visión dijo...

:)

bueno por ahi al aussie, lo que le faltaba de altura, le sobraba...!!!

como dicen las promociones
¡¡¡a seguir participando!!!

saludos y buen año
marcelo