Madre entrando a la cocina: Nooo!!!
Lo mataste Paula! Y ahora que hago?
Paula: Jajaja! Siii. Me tenían podrida vos y "ese".
Érase una vez, hace aproximadamente doce años, que recién habíamos comprado la casa en la que vivimos.
Lógicamente, pasar de un tres ambientes -primer piso por escalera-, a una casa antigua, no fue un cambio de igual a igual. Hubo que pedir un préstamo, y después hubo que pagar el préstamo.
-No somos pobres- Me explicaba mi madre -lo que pasa es que nos ajustamos el cinturón para pagar la casa-.
La casa, ni bien nos mudamos, era una ruina, descuidada y llena de mugre. Las paredes estaban escritas con crayones, los pisos de madera tenian pegamento (de ese que huelen algunos), porque al dueño anterior, le pareció cara la instalación profesional de la alfombra, y la pegó el mismo. Supongo que también por eso la pudimos despegar y los pisos se recuperaron bastante.
Como iba diciendo, en aquellas épocas de ahorro, abundaban en mi casa los productos que ahora son bien conocidos como genéricos, y se racionaban más que en tiempos de la cebolla.
Fueron tiempos duros, sobre todo porque yo recién había empezado con lo que fue mi insoportable adolescencia, pero en cinco años, ya habíamos terminado de pagar la casa, y a fuerza de laburar muchísimo, y con ayuda de todos los amigos y conocidos que teníamos, la casa se convirtió, no sólo en algo habitable, sino en un lugar que nos gusta mostrar.
Empezaron a aparecer productos de primeras marcas, comíamos milanesas hasta tres veces por semana, y una gaseosa en la mesa ya no implicaba que nadie estuviera cumpliendo años. Costó, pero lo logramos.
Pero vieron que se dice, que las personas que viven una situación por cierto tiempo, les queda la maña? Bueno, a mi madre le quedó el vicio de diluir el detergente.
Y cada vez que lo hace, yo le pregunto para qué, si somos solo dos, la botella más chiquita dura más de cuatro meses, y ya no soy derrochona como an algún momento.
Ella no responde, pero sé, que cuando ve la botella vacía del detergente, la que recién se terminó, no puede evitar llenarla, mitad con agua, y mitad con detergente de una botella nueva.
Así que hoy a la mañana, cuando terminé la botella de detergente diluído, y viendo que había una incorrupta para estrenar, no pude evitarlo, y la acuchillé.
Corté la botella de detergente al medio. No por la "cintura", sino de cabeza a pies, y eso es lo que encontró ella, sobre la mesada, todavía con algunas burbujas ultra diluídas, mientras la otra botella, nuevita, sonreía con temor. Es que sabe que es la próxima.
31 enero 2008
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8 comentarios:
Mi mamá hace lo mismo porque lo leyó no se en que revista!!!
Cuando viene a casa y ve el detergente siempre me dice ¿está sin diluir???
jajaj
Besos!
Yo soy de las derrochonas.
Admito que la botellita de Magistral me dura un suspiro.
=P
By the way, mi señora progenitora también diluye el detergente.
Será algo generacional, caracho?
Puede ser, mi madre lo hacia pero ni siquiera con el magistral.. con el camello !!! :S
Yo compro un magistral o Cif y me dura al menos 4 meses
más allá de la anécdota, la forma en que la contaste me hace pensar que es lo mejor contado que he leído en este blog!
y lean las etiquetas de los detergentes: hasta donde sé, casi todos son para diluir!!!!
QUE LOS CUMPLAS FELIZ,
QUE LOS CUMPLAS FELIZ,
QUE LOS CUMPLAS PAULITA
QUE LOS CUMPLAS FELIZ!!!!!!
Besos!!!!
muy bueno. Todos los detergentes hay que diluirlos en verdad pero tenemos esa idea que si no hace burbujas no funcka.
Lo del cinturon ajustado me hizo acordar a mi familia cuando eramos pequeñas...creo que todos pasamos por una vez esa situación
Saludines
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