En una búsqueda de rutina, allá por junio del 2005, se me apareció su cara de "yo no fui" entre miles de otras caras indiferentes.
Vaya uno a saber que bicho me pico ese día (posiblemente mi psi de aquel entonces) que inmediatamente, ahorrándome el tiempo para pensar le mande un mail que decía algo así: "Hola, por el momento me gusta solamente tu cara, así que creo que esto puede tener potencial. Escribime" A las pocas horas me llegó el aviso de que me había agregado al MSN, y así empezamos a hablar. El me contó cosas suyas, de su vida universitaria y su familia, yo le pregunté si tenía los pies fríos, si le gustaba caminar abajo de la lluvia y si su pecho era peludo como un osito.
Y así, en una maraña de incoherencias deliciosas, llegó noviembre y con su segundo día, nuestra primera cita.
Lo que más recuerdo de ese día, es que a la mañana tenía terapia, y mi psicóloga me dijo que estaba muy coqueta, justo antes de anunciarme que no andaba el ascensor, así que fuimos ambas cuesta arriba, los siete pisos, ella con mi historia clínica, y yo con mis botas nuevas de tacos altos.
El encuentro fue apenas tibio, para ser honestos fue como una formalidad, su cara me gustó menos que en el perfil de internet y sospecho que a él le pasó lo mismo o peor.
Y así pasó el tiempo, seguimos hablando pero poco.
Más o menos un año después, cuando el profe me rompió el corazón, lo contacté y nos volvimos a ver.
Fue tan natural como ver al vecino de enfrente de toda la vida (ok, mal ejemplo tratándose de mí) Hablamos muchísimo esa noche, de cosas que jamás hubiera hablado con el... si hubiera sabido que eso era una cita, lo cual adiviné cuando me planto un beso medio espantoso abajo de una enredadera en flor. Así estuvimos un par de semanas, hasta que me rompió el corazón el también (¡Qué racha!)
Y nuevamente, no nos vimos por casi dos años, hasta hace poco. Lo bueno de tener el corazón roto, es que uno sabe que si bien parece que no se puede seguir rompiendo, lo mismo andamos con el pegamento siempre a mano. Pero esta vez no. Esta vez, de alguna forma lo roto era él, y por supuesto lo quise arreglar.
Ahora me doy cuenta que siempre ví a los hombres como rompecabezas (en todo sentido) de 3000 piezas a los que se les perdió la tapa, y por tanto, la guia de armado. Tengo la ligera impresión, de que si les preguntaran, dirían algo bastante parecido sobre mi.
Hace un rato pensaba, que si volviera al pasado, conociendo toda la historia... no cambiaría ni un solo caracter.
"Ya no me gusta tanto tu cara, pero sigo creyendo que tenemos potencial" (Y te vuelvo a admitir en el MSN)
22 septiembre 2008
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