28 diciembre 2008

Incordio

Por estos días, aunque la lógica y el raciocinio dicen que debería andar un poco mejor, no lo estoy. (No me refiero, por supuesto a las influencias de la navidad, es un hecho de público conocimiento que la detesto), pero supongo que tendría que explicar un poco de que se trata para ver si alguien entiende lo que yo no.
En primer lugar, la temporada de finales del mes de diciembre, concluyó exitosa, lo cual me dejó dos pasitos más cerca de mi objetivo de ser psicóloga. Y eso es bueno.
En segundo lugar, y no menos importante, conseguí trabajo. No es un trabajo fabuloso, muy remunerado ni nada similar, pero pagan suficiente, y tiene un horario que a mi escolaridad le resulta en extremo útil. Eso, también es bueno.
En adición a las bendiciones ut supra (me hice amiga de una abogada y aprendí eso, si, si), estoy volviendo a escribir. No me refiero a este espacio, que ya más que un blog es una vergüenza cibernética. No, a escribir, relativamente en serio, cosas de mi vida de fantasías que son mucho más interesantes que las reales, aunque no tan asombrosas.
No digo, que esté escribiendo de tinta y dorada pluma, como cuando escribía las cartas de J., pero escribiendo. Torpemente, desordenada y sin rumbo, va saliendo vía teclado mi otra vida, buscando proyectarse y alcanzar algo de verdad, de ver la luz.
Por el momento, nada más, excepto que S. no aparece y lo extraño como si fuera de verdad.

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