Deja vú

Iba en el colectivo lleno de gente, como ocurre habitualmente a las seis de la tarde.
En cierto momento, el 55 pasó por Mataderos, y había un olor espantoso, como podrá recordar cualquiera que haya ido alguna vez.
Entre el calor y la humedad, se acentúan los hedores, según parece. Teniendo en cuenta que era el horario en el que muchos trabajadores regresan a sus hogares luego de arduas labores, el bondi olía asqueroso, entre carne podrida, chivo, pata y perro mojado.
Entre tanto hedor, se destaco por gran mérito un cierto perfume (o desodorante, colonia, espuma de afeitar, jabón de la ropa, shampoo, etc)
Aquí debería hacer un parate para aclarar que soy muy cenestésica, seguí el rastro del aroma hasta un caballero gentilmente dormido.
Cuando digo gentilmente, me refiero a que dormía, pero prolijito, no desparramado, ni con la boca abierta exponiendo todo el tracto hacia el estómago, ni roncaba, ni se caía. Sencillamente dormía.
Aprovechando la impunidad del sueño, estudié individualmente sus facciones y noté que eran armónicas, lo cual me llevó a una conclusión: estaba bueno.
Busqué su mano izquierda en rastreo de signos visibles de no disponibilidad de tipo legal. Estudié el colgante que llevaba y no me pareció algo que regalaría una mujer. Miré entonces la ropa, perfectamente limpia, pero sin exagerar. La mochila sobre su regazo presentaba similares condiciones.
Traté de encontrar algo en el que me diera la esperanza de que tuviera que bajar en el mismo lugar que yo (que se despierte y me vea... en una de esas...). Sin éxito.
Resignada, a punto de bajar, decidí echar un último vistazo general, para notar con horror que se parecía notoriamente a mi ex. Es decir, a mi ex, pero adulto, cosa que no era cuando salía conmigo.
Saben quién era el bello durmiente???





















YO, TAMPOCO.

Je, je!. Se asustaron, no?... Bueno, yo sí.