06 septiembre 2007

"L"

Hace unos -varios- años, las chicas y los chicos eran, en mi vida, dos grupos separados.
Entre las chicas estaban aquellas que un día por la mañana, pintaban en el paredón del barrio un graffiti con la leyenda "Pirula y pirucha. Friends forever". Una semana después, la misma leyenda, esta vez con un aerosol de otro color aparecía tachada, y semi cubierta por alguna gansada de tipo: "vivan los días de lluvia!"
Esas eran las chicas. Las que cada vez que entraba una mujer al grupo, no paraban de inventar las más disparatadas historias -perjudiciales, claro- sobre la pobre. Sospecho que aquel fue el nacimiento de varias leyendas, sobre "habilidades especiales" de más de una de nosotras.
Y cuando el que se integraba era un varón, bueno, obviamente era una batalla feroz a ver quien era la primera en la que el pobre se fijaría.
Los chicos en cambio, cuatro o cinco años mayores que las chicas, no hacían graffitis de ningún tipo, pero profesaban sus preferencias en actividades mucho más arcáicas. Esto es, si dos o más de ellos, iban juntos a la cancha (de fútbol), uno adivinaba, varias cosas. Que el que quedó afuera se había quedado con la muchacha que querían los otros dos, que algún tipo de movida había hecho con la hermana, ex novia, etc, o que esa era la semana que al pobre infeliz le tocaba ser acusado de puto.
Los chicos, decían no querer involucrarse con nosotras, pero de alguna manera u otra, siempre hubo una especie de efecto posta, por el cual cada uno pasó por varias de nosotras (excepto claro, por mi querido, que fue mío solo).
Entre los chicos, había uno que tenía auto. Siempre fue el que no era acusado de nada, y u vida fuera del auto fue siempre un misterio para todos.
Tenía -tiene- un aspecto de tipo recio al que nada le pasa, nada le duele, nada le importa, y el grupo compró gustoso esa versión. Todos, menos yo, claro.
Me tomé el tiempo para hablar con él, y me banqué interminables silencios a cambio de muy pocas palabras, que siempre decían mucho, y de a poquito, fuí comprobando que, tal como sospechaba, había mucho más en el que lo que dejaba ver. La verdad, es que es un tipo fantástico, y en su momento, platónicamente, idealistamente, utópicamente, y muy mi manera (demente) lo quise más que a los otros.
Sin embargo, todo este proceso de apertura, que tanto tiempo llevó, lo fue alejando en otros sentidos de mí. Recuerdo, haber estado sentada hablando con el, que me contaba cosas realmente personales y pensar: Me encanta que confíes tanto en mí, pero callate y dame un beso.
El tiempo fue pasando, y como es habitual, la vida nos puso "ocupaciones y negocios" de por medio, y no nos veíamos por largos períodos, hasta que un día, en un festejo "Año nuevo y un día" nos reencontramos. Y nos reencontramos también, con aquellos que fuimos, en los días que todo era más simple, y nos dimos la oportunidad de -por fin!- darnos unos besos y ver que pasa. Y no pasó nada, es decir, nos gustó, lo disfrutamos, pero era obvio -ahora para los dos- (a mi me lleva más tiempo entender algunas cuestiones), que lo nuestro estaba bien donde siempre había estado, así que sabiamente, lo dejamos ahí.

Así que ya sabés, mi querido "L", nunca me voy a arrepentir de esa noche en esa esquina, y siempre, siempre, voy a sonreír cuando la recuerde.

Felíz Cumple!!!

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